El segundo mandamiento
Hadávar Hashení ( הדבר השֵׁנִי )
No te harás imagen, ni ninguna semejanza de cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy el SEÑOR tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos, hasta la tercera y cuarta generación, de los que me aborrecen,y que hago misericordia en millares de generaciones a los que me aman, y guardan mis mandamientos. (Shemot/Éxodo 20:2-6)
Pregunta: ¿Qué nos ordena el segundo mandamiento?
Respuesta:
1. Creer que el Dios Único es el Creador y Fundador de toda la creación.
2. Orar solo al Dios Único y presentar solo a Dios nuestros sentimientos en oraciones.
Pregunta: ¿Qué nos prohíbe el segundo mandamiento?
Respuesta:
El segundo mandamiento nos prohíbe:
1. Mostrar honores divinos a alguien que no sea Dios.
2. Hacer cualquier representación de Dios y/o asociar a Dios con cualquier atributo físico.
3. Nos prohíbe creer en supersticiones, incluso en la existencia de fuerzas místicas y ocultas. Nos prohíbe predecir el futuro y el destino a través de varias prácticas ocultas y mágicas.
Como nos dicen las Sagradas Escrituras:
El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará la iniquidad del padre, ni el padre llevará la iniquidad del hijo; la justicia permanece en el justo, y la obstinación en el impío. (Iejezkel/Ezequiel 18:20)
Guardad, pues, mucho vuestras almas; porque ninguna figura visteis el día que el SEÑOR habló con vosotros de en medio del fuego; para que no os corrompáis, y hagáis para vosotros escultura, imagen de alguna semejanza, figura de macho o de hembra. (Devarim/Deuteronomio 4:15-16)
No sea hallado en tu tierra quien haga pasar su hijo o su hija por el fuego, ni practicante de adivinaciones, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni fraguador de encantamientos, ni quien pregunte a pitón, ni mago, ni quien pregunte a los muertos. (Devarim/Deuteronomio 18:10-11)
Pregunta: ¿Qué más nos enseña el segundo mandamiento?
Respuesta:
El segundo mandamiento también nos enseña que todo mal es castigado y todo bien es recompensado.